- Hungría y Estados Unidos, pioneros en estudiar la capsaicina
- “Perdimos la oportunidad de tomar la delantera en investigaciones sobre los efectos de la capsaicina”, indicó el neurocientífico Pablo Rudomin Zevnovaty
Pablo Rudomín Zevnovaty.
Jorge Vázquez Pacheco
En los procesos dolorosos encontramos la activación de estructuras que estimulan mecanismos inhibitorios; éstos, al suprimir la información que conduce el dolor de la espina dorsal al cerebro, permiten controlar debidamente sensaciones de malestar que, de otra forma, serían insoportables para el paciente, afirmó Pablo Rudomin Zevnovaty, neurocientífico adscrito a El Colegio Nacional, en la conferencia que ofreció en la Unidad de Ciencias de la Salud, de la Universidad Veracruzana.
Al analizar el proceso de la analgesia preventiva como tratamiento antinociceptivo, Rudomin guió su exposición hacia las señales aferentes que amplifican el dolor posoperatorio y la correlación de entre los distintos segmentos de la espina dorsal que refleja la fuerza de las conexiones funcionales.
De inmediato pasó al efecto sistémico de los anestésicos locales (lidocaína) cuando se da un proceso inflamatorio o doloroso. Ante ello, la aplicación intradérmica de capsaicina ha mostrado una sorprendente eficiencia. La capsaicina es, por cierto, el principio activo del chile.
En forma anecdótica y como información adicional, mencionó que los mexicanos hemos perdido la oportunidad de estudiar en torno de esta sustancia y, en este terreno, los húngaros y los norteamericanos se nos adelantaron.
“Cuando fui estudiante tuve un profesor llamado Juan García Ramos que estudiaba estos efectos y empleaba el chile piquín. Nos burlábamos de él y decíamos que estaba haciendo ‘ciencia a la mexicana’. Hoy sabemos que la capsaicina activa terminales nerviosas y facilita la liberación de las reacciones inhibitorias. Dos colegas norteamericanos han sido galardonados recientemente con el premio Príncipe de Asturias, precisamente por sus investigaciones en torno de ello.”
Al mostrar sus efectos, que son muy constantes y se extienden durante más de tres horas, la capsaicina facilita la labor de los médicos en este sentido. Así entonces, los potenciales espontáneos que se registran en el dorso de la médula espinal son producidos por la actividad no aleatoria de grupos neuronales acoplados funcionalmente. La magnitud de esta correlación refleja, en cierta forma, la conectividad funcional entre los conjuntos neuronales que los generan; sus patrones de correlación son modificados en forma estructurada durante la inflamación producida por la inyección intradérmica de la capsaicina.
Mostró, además, gráficas de una serie de reacciones nerviosas que, por desordenadas que parezcan, rompen los patrones conocidos, modifican el paradigma de la unidad funcional y llaman la atención por sus efectos benéficos.
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