- La UV tiene un proyecto arqueológico en el sitio
- Las explicaciones de los habitantes son igual de importantes que las de especialistas: Lourdes Budar
Lourdes Budar Jiménez, académica de la Facultad de Antropología.
David Sandoval
Los habitantes de Piedra Labrada, localidad de la región de Los Tuxtlas donde la Universidad Veracruzana (UV) realiza un proyecto arqueológico desde 2008, participan del mismo aportando interpretaciones sobre los hallazgos.
Este hecho fue dado a conocer por Lourdes Budar Jiménez, académica de la Facultad de Antropología que presentó la ponencia “Las representaciones gráfico rupestres de la zona costera de la Sierra de Santa Marta, Los Tuxtlas”, escrita en colaboración con Philip Arnold y Gibránn Becerra.
En el encuentro “Diálogos multidisciplinarios en los estudios de la gráfica rupestre”, la ponente señaló que “hasta las manifestaciones más abstractas tienen su referente en la realidad; una obra de arte se ve, se entiende, se percibe en conjunto con la totalidad del contexto en que fue creada, ahí es donde deben buscarse las formas, los significados, las referencias a la realidad, no en la figura como tal”.
Abundó al decir que la imagen como tal poco importa, lo realmente importantes es su sentido social y éste sólo puede ser entendido a partir de un contexto.
En ese sentido, puntualizó que una de las representaciones “más abstractas, olvidadas y difíciles de entender en un contexto cultural son las manifestaciones gráfico-rupestres”.
Por ello, hablar de este tipo de manifestaciones desde el punto de vista arqueológico “es hablar de uno de los problemas teórico-metodológicos más serios, salvo casos muy bien documentados; es difícil establecer postulados sólidos en términos de interpretación y significado histórico debido a la imposibilidad de establecer métodos objetivos de datación y a la dificultad para asociarlos a otros contextos arqueológicos”.
La investigadora explicó que el proyecto arqueológico “Piedra Labrada” opera desde 2008, encontrando rocas basálticas con este tipo de representaciones en la zona, localizadas al interior de dos complejos arquitectónicos.
Mediante el recorrido de superficie –que comprende 106 kilómetros– e inspecciones realizadas a partir de información proporcionada por los habitantes, hasta el momento se han identificado 51 paneles con más de 200 grabados.
Los trabajos efectuados han sido de dos tipos: etnográficos y arqueológicos. Mediante el trabajo etnográfico, detalló, los habitantes reconocen formas e interpretan las figuras. “Partimos del hecho que sus interpretaciones son igual de importantes que las de especialistas ya que al estar en contacto directo con los elementos arqueológicos hay una reinterpretación del patrimonio”.
Tal ejercicio se realiza con la mayoría del material encontrado, “propiciando así un diálogo horizontal con las personas de las comunidades, lo cual se traduce en concienciación ya que ellos comienzan a buscar coincidencias para un discurso integrado con el de los especialistas”.
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