General

Hay que concebir la universidad como un taller: Gabriel Restrepo

  •  “Decidí casarme con el pueblo tras 20 años de servir al Estado, de ser un cuadrado del Estado me convertí en un círculo para mi nación”, aseguró

 

Adriana Vivanco

La Universidad como taller-27

Ahtziri Molina, Miguel Ángel Casillas, Gabriel Restrepo y Antonio Prieto.

El sociólogo colombiano Gabriel Restrepo participó en un conversatorio con académicos de la Universidad Veracruzana (UV), en el que destacó que para lograr una verdadera equidad en la educación en general –no sólo en las universidades– hay que empezar por reconocer que no existe la educación integral como tal, pues “aprender a aprender y el rollo de las competencias generan a la larga un achicamiento de ésta y del individuo mismo. Es como dirían por ahí, la estética de los parientes pobres”.

En el evento, realizado el 25 de noviembre en el Centro de Estudios, Creación y Documentación de las Artes (CECDA), lo acompañaron Antonio Prieto, Ahtziri Molina y Miguel Ángel Casillas Alvarado.

“Lo integral se vuelve un concepto retórico, no existe una educación integral como tal. El deporte, por ejemplo, no tiene una dignidad académica y es dejado de lado en la educación, no se entiende que el cuerpo es el medio de expresión fundamental de las artes. En este sentido, la educación estética debe ser contemplada desde la academia porque de otra forma el cuerpo es visto y trabajado como una herramienta de producción y de consumo, y por lo tanto no se puede alcanzar una educación verdaderamente integral”, señaló Restrepo.

El también dramaturgo dijo que un ejemplo de integración del cuerpo en la vida educativa y social, es el ejercicio que realizó con el fomento del carnaval en Colombia como una experiencia universitaria. “Fue algo muy significativo para mí porque pasó luego de mi trabajo en el gobierno y de la reincorporación de los guerrilleros a la vida social”, señaló.

Este trabajo, apuntó, fue el detonador del cambio en su vida personal y en su desarrollo laboral. “Aburrido de la lucha y del análisis intelectual de las clases desde una perspectiva piramidal, decidí casarme con el pueblo tras 20 años de servir al Estado; de ser un cuadrado y estar cuadrado para el Estado, me convertí en un círculo para mi nación. De esta experiencia adquirí un matrimonio de 20 años y dos hijos.

”Lo que probé con esto fue que el cambio a través de la educación y las artes es un éxito, por eso elegí el carnaval como estrategia para lograrlo, porque es algo del pueblo para el pueblo.”

Con este tipo de experiencias, mencionó, descubrió que la clave del cambio era hacerlo de raíz. “Lo que se debe hacer es cambiar el chip de los directivos y académicos universitarios, cambiar así las políticas educativas y con esto lograr una verdadera universidad en que el espíritu de aprendizaje sea universal; es decir, no sólo manejarse bajo la idea falsa de inclusión en la que se generan propuestas educativas para los indígenas u otros grupos sociales marginados, espacios donde van y aprenden cosas nuevas, sino también recuperar sus conocimientos y hacerlos parte del saber universitario”.

El pensamiento abstracto, dijo, es lo que nos ha llevado a un callejón sin salida que deja de lado la producción de sentidos. “El pensamiento abstracto no es el evangelio; en el caso de Colombia se ha logrado un avance en este sentido por un esfuerzo de la antropología y las artes en el tema de la memoria y el duelo, ese reconocimiento del pasado que se ha desvertebrado y ha permitido concebir las acciones como pasiones, eso es el arte, y pensar en educación como la transformación de las pasiones.

”Por eso hablo del tramático y no de intelectuales que no caben en este esquema, el tramático es aquel que teje la trama de la sociedad de forma solidaria frente a una sociedad dramática. No hay intelectuales, no caben”, puntualizó.

Otro elemento a resaltar del caso Colombia, aseguró, es que al involucrar el arte se generó el proceso de parto de nación, hay arrogancia de los insurrectos que asumieron el logro como suyo pero el cambio fue producto de la sociedad civil y los movimientos pedagógicos y culturales.

“En Colombia entendimos que hay que concebir la universidad como un taller, de ahí nace el espíritu cooperativo, trabajar con los estudiantes en los talleres e incorporar a la sociedad para construir la sociedad como taller, una sociedad colaborativa y educadora”, finalizó.

En tanto, Miguel Ángel Casillas enfatizó que es necesario repensar el papel que hoy pueden cumplir las universidades en la formación cultural de los jóvenes: “Es necesario encontrar una postura crítica para que los jóvenes puedan apropiarse de la cultura, en la UV ocho de cada 10 universitarios no han practicado nunca un deporte o alguna disciplina artística, esto para la Universidad representa una enorme responsabilidad de construir otro tipo de ciudadanos que tengan disposición para que a través del arte comprendan al mundo desde otros ángulos”.

Categorías: General