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La historia debe apuntar hacia la sociedad civil: Florescano Mayet

  • No hacia el presentismo globalizado
  • La responsabilidad de los historiadores actuales es que la obra de los muertos no se olvide, que hable a la contemporaneidad
  • El estudiante se encuentra en todo el derecho no sólo de exigir una buena cátedra sino de participar activamente para nutrirla, expresó

Enrique Florescano Historia-24El historiador Enrique Florescano.

Jorge Vázquez Pacheco

El historiador Enrique Florescano Mayet participó en el II Encuentro de Estudiantes de Historia Centro-Sur que organizó la Facultad de Historia de la Universidad Veracruzana (UV), con la ponencia “La historia, las humanidades y la formación del ciudadano”.

En el Auditorio “Jesús Morales Fernández” de la Unidad de Humanidades, Enrique Florescano fue conciso y claro en su discurso que apuntó inicialmente hacia el siglo pasado, marcado por los grandes debates en torno de la naturaleza de la historia.

“La segunda mitad, además de ser arena de debates, registró una explosión fenomenal en el número de publicaciones que hoy hace casi imposible mantenernos al corriente de los detalles relacionados con cada una de las áreas.”

Muchas de esas ediciones mostraron escaso significado para el conocimiento, lo que dio como resultado una suerte de metrónomo que otorgó más trascendencia a los resultados cuantitativos que a los cualitativos. “Quedó al margen la utilización de sus resultados para beneficio de la humanidad y las ciencias sociales, cuando los valores humanistas eran centro de la enseñanza y de la utilidad intelectual”.

La obsesión por los beneficios económicos ha conducido a deformar la totalidad de la educación universitaria, y añadió que en los programas académicos, “el pasado ocupa un espacio cada vez más reducido, esquemático y banalizado. El presente llena la mayor parte de los espacios científicos, técnicos, formativos y propagandísticos, que forman la conciencia ciudadana y la opinión pública”.

Se trata de un presentismo globalizado en que la historia ha perdido su papel como ciencia de las diferencias y como instrumento de comprensión de la diversidad. “A estos desafíos se agrega la grave distorsión en el ejercicio del historiador, a partir de que adquirió rango académico y creó su propio mercado. El colmo ha sido una reacción pavloviana que condujo a los historiadores profesionales a escribir para ellos mismos y para su mercado cautivo, de modo que desde la segunda mitad del siglo XX se separaron del gran público que se forjó gracias a los historiadores clásicos”.

Para Florescano Mayet, en ese aislamiento que denomina “oscurantismo intelectual” concurre la caída alarmante del ejercicio de la crítica y la autocrítica. No es un fenómeno que ataña sólo a las instituciones universitarias; es una deformación generalizada que bien registra Mario Vargas Llosa en su publicación La civilización del espectáculo, en que cita que el oscurantismo frívolo ha conducido a la crítica a tal nivel de especialización, que la pone al margen del alcance del ciudadano común y corriente. Desde luego que hay niveles que son justificables, a condición de que no terminen por darle la espalda a la misma sociedad.

“Anteriormente, los principales destinatarios de los productos de las ciencias sociales fueron los dirigentes políticos, gobernantes y líderes sociales, medios de comunicación y miembros de la academia”, añadió el historiador veracruzano. “Hoy, los grandes protagonistas del cambio social deben ser la propia sociedad civil, las organizaciones no gubernamentales y las asociaciones locales institucionales o escolares. Para mantener viva su operatividad, tenemos que vincular estrechamente a las ciencias sociales con su matriz, diseñar nuevas redes de comunicación. Se trata de desafíos que está en nuestras propias manos resolverlos”.

Al citar la opinión de otro historiador, indicó que nuestra responsabilidad actual es hacer que los historiadores muertos hablen con los vivos, que su mensaje se actualice y no se pierda en el olvido.

Hacia las consideraciones en conjunto con los numerosos asistentes, Enrique Florescano indicó que las malas jornadas en el interior de los salones de clase no son sólo responsabilidad de un mal maestro, es asunto que deben resolver también los alumnos.

Finalizó con una instancia: “Hoy todos tenemos a la mano el Internet y, con lo mismo, una impresionante cantidad de conocimiento antes inimaginable, de modo que el estudiante se encuentra en todo el derecho no sólo de exigir una buena cátedra sino de participar activamente para nutrirla”.

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